Lo que ayer sucedió en el Acceso Oeste, a la altura de Ituzaingó y Castelar, no solamente es grave de toda gravedad sino que es una tragedia multiplicada en los últimos 30 años de historia de nuestro país en los pueblos del interior profundo.
Hace años que venimos denunciando a este modelo genocida y sus consecuencias atroces y dramáticas. Esta lucha la iniciaron los héroes del GRR (Grupo de Reflexión Rural) en los años '90 desde el mismo momento en que el gobierno menemista aprobó el modelo de transgénicos propuesto por Bunge y Born, de la mano de Mario Hirsch, y la continuamos cientos de almas solitarias que parecíamos ladrarle a la luna.
Hoy sucede que la mano divina enojada nos enrostra el crimen organizado de la oligarquía politiquera nacional.
El kirchnerismo genocida llevó a la escalofriante cifra de 40 millones de hectáreas sojizadas en todo el país. En su derrotero demencial arrasó con el agua potable, los ecosistemas y el bosque nativo del que hizo desaparecer millones de hectáreas para favorecer a sus socios del mal: Grobocopatel, Mindlin, Werthein, Elzstain, Sigman...
Lo que ayer respiraron las poblaciones cercanas al derrame es lo que viene consumiendo, comiendo y bebiendo los pobladores de todo el país. Incluso en la comida que nos "brindan" desde los supermercados tiene impreso, en sus dorsos, que "este alimento puede contener derivados de soja". Soja rociada con eso que vio el país entero hacer una nube tóxica que llevó a miles de personas a los hospitales cercanos y cuyos efectos se llegaron a sentir hasta en Buenos Aires.
La escalofriante cifra de niños internados en el Garrahan, los nacimientos deformes o monstruos, los abortos espontáneos y los paisajes yermos de nuestra Argentina profunda son testimonios fieles y palpables del país que, en nombre de lo nacional y popular, el progresismo siglo XXI, con sus cómplices de la falsa grieta opositora, supieron hacer para consolidar las bases de la neocolonialidad.
Mientras Cristina Fernández decía, tiempo atrás, en una de sus infames cadenas nacionales que la soja era un yuyo y que Monsanto hacía "fertilizantes", a los que denunciaban la criminalidad del modelo los echaban de Universidades y los silenciaban (como a los compañeros del programa Horizonte Sur) de Radio Nacional en manos de la ex PRT ERP María Seoane.
Hoy el destino quiso que a las poblaciones hacinadas del conurbano le cayera un poco de los que llevan soportando los pueblos de la Argentina profunda por los Vuelos de la Muerte de la Democracia fraudulenta.// Juan Imperial.
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